Repetición

Un puesto en la mesa: Crear oportunidades para las poblaciones vulnerables y a menudo excluidas con el chef José Andrés

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Simplificar, adaptarse y actuar como una organización que recién comienza: consejos del chef José Andrés para la comunidad del desarrollo

La comunidad del desarrollo debería simplificar sus objetivos, centrarse más en la adaptación que en la planificación y actuar más como las organizaciones que recién comienzan sus actividades, dijo el premiado chef y filántropo José Andrés ante una audiencia que colmaba la sala el viernes en el Banco Mundial. Después del devastador terremoto que azotó Haití en 2010, Andrés creó la organización benéfica World Central Kitchen, se trasladó a ese país y comenzó a servir comidas a los necesitados. Casi 10 años después, World Central Kitchen aún funciona en Haití y tiene en su haber 26 cocinas, 25 000 voluntarios y casi 4 millones de comidas servidas. El grupo de chefs voluntarios ha trabajado en muchos otros países; por ejemplo, ha preparado más de 3,7 millones de comidas para las personas de Puerto Rico que sufrieron el paso del huracán María.

Andrés —que volvía de pasar una semana ayudando a comunidades de Mozambique destruidas por las inundaciones que dejó el ciclón Idai— compartió varias enseñanzas de su labor benéfica con la comunidad del desarrollo:

•  Primero, debemos simplificar nuestros objetivos. Durante el proceso de hacer algo concreto, como alimentar a personas con hambre, el plan real se presenta solo.

•  Segundo, los aportes y conocimientos especializados locales son clave para el éxito de la prestación de ayuda.

•  Tercero, ser capaces de adaptarnos a las condiciones sobre el terreno es más importante que contar con un plan elaborado.

•  Cuarto, necesitamos más organizaciones que se dediquen al tipo de problemas que requieren solución. Esto quiere decir más organizaciones emergentes, que puedan adaptarse con facilidad y aprender de los errores.

Alison Evans, directora general de Evaluación del Grupo Banco Mundial, que acompañó a Andrés en esta presentación, reconoció que muchas veces a las organizaciones les cuesta hablar de sus fracasos y que deberían discutir más acerca de los proyectos que no tuvieron éxito. Además, presentó conclusiones de varias evaluaciones recientes del órgano de control independiente del Grupo Banco Mundial que indican formas en que la organización puede mejorar su llegada a las minorías y las poblaciones excluidas que aún viven en la pobreza. A nivel mundial, la cantidad de personas en situación de pobreza extrema cayó de 1800 millones en 1990 a 736 millones en la actualidad. Pero no todos los países están representados equitativamente en esta tendencia positiva, y todavía quedan grupos de población con tasas de pobreza que no se han modificado. Entre los subgrupos vulnerables se encuentran las mujeres, los niños, los ancianos y los miembros de minorías étnicas o religiosas. Evans señaló que es clave ser muy conscientes cuando se piensa en crear oportunidades para los grupos vulnerables y a menudo excluidos, ser específicos en relación con las medidas que pueden ayudar a crear oportunidades, y seguir de cerca los efectos de distribución a lo largo de todas las intervenciones de los proyectos. Asimismo, reconoció que las actividades del Banco Mundial no siempre tienen impacto en donde viven las personas más pobres, y para el futuro recomendó aprovechar mejor la tecnología para verificar los resultados en los ciudadanos más pobres y vulnerables.

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