[Abebe Adugna] Gracias, Peter, por acompañarme. A pesar de los años de esfuerzos, el nivel de inclusión financiera en África sigue siendo bajo, especialmente entre las mujeres, los jóvenes y las comunidades marginadas. ¿Cuáles son los principales obstáculos? ¿Hay ejemplos de asociaciones que hayan ayudado a avanzar en esta área?
[Peter Materu] Gracias, Abebe. África ha logrado grandes progresos en lo que respecta a la inclusión financiera, pero el uso sigue siendo escaso y desigual. La mayor limitación surge de la infraestructura digital: muchas zonas rurales aún carecen de acceso confiable, y la inversión ha sido escasa. Solo alrededor del 30 % de los adultos posee teléfonos inteligentes, lo que limita el acceso a los pagos digitales, en especial en el caso de las mujeres, que van unos 10 puntos porcentuales por detrás de los hombres.
También necesitamos sistemas de pago interoperables para que los usuarios puedan mover dinero fácilmente entre plataformas y los nuevos actores puedan competir. También persisten los obstáculos bancarios tradicionales: los requisitos referidos a las garantías dejan fuera a los jóvenes y a los grupos de bajos ingresos. Estamos trabajando para cambiar esta situación a través de mecanismos de distribución del riesgo y soluciones crediticias digitales que hacen viables los préstamos a los jóvenes.
La inclusión es fundamental para la misión de la Fundación Mastercard. Desde 2018, hemos comprometido alrededor de USD 3400 millones, que beneficiaron a más de 25 millones de personas y movilizaron más de USD 700 millones en inversión privada. Nos asociamos con bancos como Equity y KCB en Kenya y Absa en Ghana para respaldar préstamos sin garantía destinados a los jóvenes. En Etiopía, nuestro socio Kifiya utiliza datos digitales para generar historiales crediticios, y en Uganda GnuGrid lleva adelante una labor similar.
También promovemos la inclusión financiera de las mujeres a través del Fondo para el Crecimiento de África, que respalda fondos de inversión dirigidos por mujeres y ayuda así a movilizar capital y a cambiar las percepciones respecto de África como destino de inversiones.
Por último, con nuestro Fondo de Inversiones Catalizadoras para África brindamos apoyo a pymes en fase de crecimiento, lo que complementa nuestra labor con pequeñas empresas. Al demostrar que las empresas africanas son competitivas y que constituyen inversiones viables, buscamos también cambiar la narrativa sobre los mercados y los emprendedores africanos. Ningún actor puede resolver esto por sí solo, pero esperamos que nuestros esfuerzos sirvan de aliciente para atraer más inversiones hacia las finanzas inclusivas.
[Abebe Adugna] Su fundación se ha fijado un objetivo ambicioso: lograr que 30 millones de jóvenes africanos accedan a un trabajo digno para 2030. Es una meta audaz e inspiradora. ¿Cuál es su enfoque para alcanzarla? ¿Se están desarrollando modelos ampliables?
[Peter Materu] Sí, asumimos ese compromiso en 2018 para obligarnos a salir de nuestra zona de confort. Hasta ahora, hemos logrado que más de 19 millones de jóvenes accedan a trabajos dignos, y vamos camino a alcanzar los 30 millones en 2030. Pero incluso esa cifra es solo una pequeña fracción de lo que se necesita: para entonces, más de 500 millones de jóvenes africanos estarán buscando oportunidades. Debemos actuar con mayor rapidez mientras la ventana demográfica permanezca abierta.
Nos centramos en tres prioridades.
En primer lugar, la educación (en particular, la secundaria, que es una vía fundamental para llegar al empleo, y la formación técnico-profesional) debe estar en consonancia con las necesidades del mercado laboral.
En segundo lugar, las habilidades y la empleabilidad. Muchos jóvenes terminan la escuela pero no pueden hacer la transición hacia el mundo del trabajo. Nos asociamos con entidades como el Grupo de Líderes Africanos para ofrecer programas breves en áreas tales como ciberseguridad, sistemas de datos e inteligencia artificial, de modo de vincular directamente a los graduados con los empleadores.
En tercer lugar, el paso de los proyectos a los programas. El trabajo digno no implica una única intervención. Es un viaje que va desde la adquisición de habilidades hasta la búsqueda de empleo y el progreso laboral. Invertimos en instituciones y abordamos obstáculos sistémicos como las deficiencias normativas, el acceso limitado a los mercados y las formas de pensar obsoletas.
También hacemos hincapié en la capacidad de acción, es decir, ayudamos a los jóvenes a creer en su propia capacidad de forjar su futuro. Para quienes viven en entornos pobres o rurales, ese cambio de mentalidad puede ser transformador.
[Abebe Adugna] Usted hizo hincapié en la educación y las habilidades, pero muchas economías, incluso si cuentan con personas talentosas, carecen de empresas capaces de contratar personal o de crecer. ¿El principal desafío se ubica en el lado de la oferta (habilidades y preparación) o en el de la demanda, es decir, en la escasez de oportunidades de empleo?
[Peter Materu] Ambos aspectos son fundamentales, y tratamos de abordarlos a la vez. A menudo decimos que debemos conocer a los jóvenes en los sitios donde se encuentran y recorrer el camino junto con ellos. Esa tarea comienza con la educación y el desarrollo de las habilidades pertinentes.
Lo siguiente es conectar a los jóvenes con las oportunidades, vinculando la capacitación directamente con los empleadores o los emprendimientos. Pero el lado de la demanda es igual de importante: solo 2 o 3 de cada 10 jóvenes africanos que ingresan a la edad adulta encuentran un empleo asalariado formal. Por este motivo, los emprendimientos se vuelven esenciales. La mayoría de los 19 millones de jóvenes a los que hemos brindado apoyo encontró trabajo a través del empleo por cuenta propia.
Para que esto sea sostenible, nos asociamos con bancos y utilizamos mecanismos de distribución de riesgos de modo que puedan otorgar préstamos a jóvenes emprendedores que no disponen de garantías. Cuando las instituciones financieras consideran que pueden invertir en los jóvenes, todo el ecosistema crece, y es así como se crean empleos a gran escala.
[Abebe Adugna] Usted mencionó la tecnología digital varias veces. En vista de que la revolución digital y la inteligencia artificial están reconfigurando la economía mundial, ¿cómo ve las promesas y los riesgos que esto plantea en África? ¿Y cómo pueden aprovechar mejor estas herramientas los países?
[Peter Materu] Suelo decir que los conocimientos digitales se han convertido en la cuarta dimensión de la alfabetización básica: son esenciales en todos los sectores. Ya sea en el ámbito de las finanzas, la agricultura, la educación o las industrias creativas, la tecnología digital es ahora fundamental, y con la inteligencia artificial, su importancia continúa creciendo.
El principal desafío sigue siendo la infraestructura, en especial en las zonas rurales. Incluso cuando hay infraestructura, la asequibilidad es un obstáculo: debido a los elevados costos de los datos y la banda ancha, muchas personas no acceden a Internet. También necesitamos sistemas interoperables para conectar a los usuarios en distintas plataformas.
Los marcos normativos varían de un país a otro, pero muchos Gobiernos ahora reconocen la urgencia de la transformación digital. Es ahí donde el Grupo Banco Mundial puede desempeñar un papel clave, apoyando el desarrollo de infraestructura, ampliando el acceso y creando entornos donde la innovación pueda prosperar.
En última instancia, los avances dependerán de la colaboración que se logre entre los Gobiernos, los actores privados y los asociados en la tarea del desarrollo para garantizar que los beneficios digitales lleguen a todos.
[Abebe Adugna] África enfrenta un panorama complejo en el área del desarrollo: crecimiento demográfico, escasez de empleo, aumento de la deuda y disminución de la ayuda. ¿Cómo pueden las organizaciones como la Fundación Mastercard y el Banco Mundial trabajar en conjunto de manera más eficaz? ¿Es necesario introducir cambios en las políticas o en la programación?
[Peter Materu] Para 2050, la mayor parte de la población mundial en edad de trabajar vivirá en África. El margen para prepararse para ese futuro se está cerrando rápidamente, por lo que la colaboración es fundamental.
Nuestro objetivo en la Fundación Mastercard es ampliar el impacto con mayor agilidad e inclusión. Pero para hacer frente a los desafíos de África, necesitamos asociados que compartan nuestro propósito, lo que hace que la colaboración con el Banco Mundial sea tan valiosa.
Ya hemos trabajado juntos a través del Grupo Consultivo de Ayuda a los Pobres (CGAP), promoviendo los pagos digitales y la inclusión en toda África, y en iniciativas de tecnología educativa, ayudando a emprendedores que buscan integrar las herramientas digitales en las aulas para que los jóvenes adquieran conocimientos digitales tempranamente.
Estas alianzas pueden profundizarse y ampliarse. Confío en que, con un liderazgo sólido y un propósito común, juntos podremos lograr mucho más.
[Abebe Adugna] Gracias, Peter. Nos encantaría continuar con esta charla, especialmente en lo que respecta a la inclusión financiera en Kenya, Ghana y Etiopía. Planifiquemos un segundo encuentro con nuestros equipos.
[Peter Materu] Desde luego, será un placer. Tengo mucho interés en hablar no solo sobre qué podemos hacer juntos, sino también cómo. Ahí es donde radica el verdadero desafío... y la oportunidad.